Verano silvestre off line

Hace ahora 10 años mi marido tuvo una de sus ocurrencias que al principio parecen absurdas y luego acaban siendo geniales: comprar un terreno para hacer una pequeña casita de vacaciones. Y aunque la primera vez que salí de lo que hoy es mi jardín pensé que tendría suerte si no volvía a entrar ahí nunca más en la vida, mi marido consiguió convencerme de que este era “nuestro lugar”. 


De verdad que tuvo un ojo para ver las posibilidades de lo que a mí  sólo me parecía un terreno con un montón de árboles amontonados que tenía más parecido con Vietnam que con Galicia, y desde luego ningún parecido con los jardines ideales que yo estaba acostumbrada a ver en las revistas de decoración… Necesitamos un par de años, mucha paciencia y mucha ayuda para conseguir abrirnos hueco entre tanta vegetación, pero hoy, lo que era casi una selva, es un jardín bastante “habitable”. 

Y la semana pasado como todos los veranos hemos vuelto a instalarnos aquí. Y es que algo tiene el campo que calma, que hace que la vida fluya más lenta, más lógica, más serena, de algún modo todo, lo que sea, cualquier cosa, se disfruta mas. Una vez leí una de esas listas de “10 cosas para ser más feliz”, una de ellas era “mudarse al campo”, me pareció una tontería en su momento, pero no lo és…coger moras, hacer picnics, que los vecinos te regalen fruta o tomates, cenar al aire libre, pasear en bici, las barbacoas con amigos, todo eso segrega endorfinas, creedme :-)

Sin embargo, todo este mundo ideal a lo a Heidi, tiene un pequeño problema: NO HAY WIFI,  bueno, mejor dicho,  yo no tengo Wifi. Seguro que Heidi no la echaba de menos,  pero para mí, el principal miedo cuando me traslado desde la ciudad no son las abejas, ni los bichos patudos que aparecen debajo de cualquier cosa, ni la música reggeton de las orquestas de los pueblos de al lado, ni siquiera las bombas de esas mismas fiestas que te despiertan al borde del infarto los domingo por la mañana…, lo que más miedo da cuando llego de la ciudad, es sin duda si sabré sobrevivir sin Wifi. Y si os parece que exagero probad a desconectar vuestro ADSL y me lo contáis.  Lo único que tengo para conectarme con el mundo en este momento es el 3G del teléfono, vamos , que estoy en la prehistoria de internet…

Este año la cosa se complica porque además, tengo un blog, vaya, y Blogger sólo funciona online, así que mi miedo era casi  pánico. ¿Cómo escribo yo dos post por semana sin conexión? ya sé que podéis vivir sin ellos :-), pero soy bastante metódica y maniática con los números, así que a mi me costaría no hacerlo...

Pues lo más curioso de todo, lo relamente alucinante es que me bastó  un día para acostumbrarme a estar off line, será esta calma del campo, pero enseguida te das cuenta de que no es necesario revisar el correo cada 10 minutos, ni ver todas las fotos de instagram y que  Facebook basta con revisarlo sólo una vez al día, y lo peor de todo, que se puede vivir sin Pinterest!! en serio, se puede :-). En un par de días, hasta te molestan profundamente los pitidos de whatsupp y el propio sonido del móvil. Así que aquí estoy, escribiendo en Word para luego pasarlo al blog en una cafetería, sí, ya soy de esas que lleva el portátil a las cafeterías como Sarah Jessica en Sexo en Nueva York, solo que yo voy en chanclas y con dos niñas, que lo quieras o no, no es igual de glamuroso…

En fin, que aquí empiezo mi temporada de verano en el lugar que dejó de ser una selva para conseguir asilvestrarnos un poco a todos en verano, que tampoco viene mal :-)( esto lo escribo después de casi caerme de la escalera mientras podaba un camelio que me robaba el sol de la tarde, y es que este verano tan rácano, como para que me roben el poco sol que nos llega….) . 

Así que los post puede que no lleguen a tiempo y las fotos no estarán tan cuidadas, pero espero trasmitiros un poco de esta calma :-), modo verano silvestre “activado”.

*Mil gracias a Juan Vilas por sus consejos de fotografía y por las fotografías prestadas :-)