Jim Henson que estás en los cielos

Hace unos días, trasteando por Pinterest, Mari, de Smallforbig subió una foto de Jim Henson, y al igual que la magdalena de Proust, inmediatamente vinieron un montón de recuerdos a mi cabeza. Jim Henson fue, sin ninguna duda, mi primer ídolo, un mito, la primera persona a la que admiré ciegamente. Debía ser muy pequeña, 9, 10 años, no lo sé, pero recuerdo perfectamente que en cuanto fui consciente de que Epy y Blas no eran reales, mi admiración pasó a concentrarse en el hombre que los había creado. Los niños sueñan con ser astronautas, policías, o bomberos, yo soñaba con trabajar para Jim Henson, yo quería hacer teleñecos.

Hay algo en los mitos que nos marca y nos define. La decisión de a quien otorgar tu admiración es completamente libre, y todavía hoy siento un cariño inmenso por aquel hombre de barba y aspecto hippy. La primera persona que parecía entender a los niños, que les hablaba como si realmente fuesen personas interesantes. No era pedagogo, no necesitó esa carrera para saber cómo enseñar, al igual que Dr. Seuss, encontró una manera alternativa para hacerlo.  Una de sus grandes frases con la que me quedo: 

La actitud que tienes como padre vale mucho más que tus palabras,  tus hijos no recuerdan lo que tratas de enseñarles, recuerdan lo que eres.

En un antiguo reportaje del País Semanal leí que eran considerados los tieless (sin corbata), la generación que había conseguido lo que nunca habían imaginado sus padres, llegar a triunfar sin vestir de traje, en negocios donde la creatividad era más importante que la apariencia, él propio Jim Henson, Spielberg, Steve Jobs, Lucas, todos ellos lo consiguieron. 

Para hablar de sus personajes necesitaría mil post, cualquiera tenía tanto encanto, que se merece uno entero. Simplemente me resulta imposible decidir cual era mi favorito, ¿quién no se iba a enamorar de la rana Gustavo, de Peggy, del Basurilla?, hasta de los dos viejos gruñones del palco del teatro...,Incluso aquellos monstruos azules y rojos que no tenían nombre resultaban enternecedores. ¿Qué niño no se quedaba literalmente pegado a la tele cada vez que sonaba la canción de Fraggel Rock? ahora ya sabemos que el centro del universo es sin duda un lugar maravilloso escavado en la roca  :-). 

En casa teníamos un monstruo de las galletas de felpa, metías la mano por detrás y podías mover su boca y sus manos. Recuerdo el día que lo compramos, recuerdo incluso la juguetería dónde estaba, tengo esa imagen perfectamente definida en mi cabeza, supongo que porque era raro que te comprasen juguetes (si no era tu cumpleaños), y sin embargo nos lo compraron, mi madre tenía un gusto excelente para juguetes creativos y creo que por eso se dejó convencer, y acertó, jugamos mil veces con él, tanto que se le rompió un ojo, y mi padre le puso otro con una pelota de pin pon y una horquilla. Hoy en día sigue allí, en la que fue mi habitación, con su ojo real y su ojo nuevo que sólo se distingue si te fijas mucho. Adoro ese juguete.

Yo quería trabajar con Jim Henson, y acabé trabajando en Recursos Humanos :-), pero no creo que yo fuese lo que soy, ni que mi vida fuese la que es, sin haber sido fan absoluta de Jim Henson. Mi amor por el fieltro, tengo muy claro de donde viene...